29 mayo 2006

Receta de cocina frustrada a las finas hierbas
Apenas empiezo a saborearte
y ya me entran ganas de comerte
mordisquear tus orejas despacio
lamer tu cuello lentamente,
prepararte un aderezo con mi aliento
mezclar tu saliva con mis dedos.
Apenas empiezo a intuirte
y ya me entran ganas de servirte
un manjar de caricias y de halagos
invitarte a degustar mi condimento
sazonar con mis manos tu cintura
hornear el deseo a fuego lento.
Apenas empiezo a tramar la receta
cuando te deslizas con cautela hacia la mesa
y con la exquisita canela de tu boca
dispones ante mí la escapada.
Argumentas que hay exceso de alimento
y que mantienes una dieta muy estricta
me dejas rebosantes las manos de especias
y un desfile se inicia de pucheros y cazuelas.
El orégano previsto en tu mejilla
la pimienta salpicada en tu mirada
la vainilla extendida por tu nuca
la menta en tu piel y la mostaza.
El comino, el limón, la hierbabuena
el romero en tu frente, en tus labios la salvia
el azafrán y el laurel en tus hombros
por tus dientes el anís, la alcaparra.
Uno a uno los ingredientes que aguardaban tu llegada
retroceden a su lugar de origen
y yo, apenas me dispongo a iniciar la retirada
congelo en la memoria el menú del deseo
por si alguna vez te apetece paladearme
y a mí me entran ganas de evocarte
y es que apenas empiezo a conocerte
y ya siento el impulso de adobarte
. Gloria Bosch (“De carne y verso”)


04 mayo 2006

Espasmos de memoria

Sube,
baja,
trepa y me sacude.
Se enciende,
me desborda,
se estremece.
Me aprieta las urgencias.

Me abre,
me penetra,
me lame las entrañas.

Me grita,
-desesperado-
tu recuerdo.

Mª José Aldunate

03 mayo 2006

del Poemario "Juegos de Mesa" (Desnudario)

A dos manos

La noche se presentó de improviso
y nos invitó a jugar.
Nos sirvió una copa, nos concedió un baile.
Yo llevaba un as de corazones
oculto bajo la manga
por si llegaba el momento de arriesgar
pero le abrí paso al silencio
y permití que hablaran los sentidos
que las manos sabias
mezclaran la baraja y repartieran juego.
Cuando llegó el turno a las caricias
dejé la jugada abierta, sin apuestas
pero llegó la mañana con sus aires de grandeza
y nos mojó la cara con unas gotas de azar.
Al salir a la calle
me di cuenta que no llevaba ningún as.


Desencuentro

Frente a frente me dispuse a moverme.
Mis torres empezaron a temblar, vulnerables
y no esperé defensa alguna.
El caballo me miró de reojo
advirtiéndome que si me movía
me atuviera a las consecuencias.
Los peones rígidos, inmutables
me daban la espalda.
El rey ni me miraba.
Los alfiles cogieron la diagonal
y huyeron por la retaguardia.
Ante tanta indiferencia
me desplacé tímidamente como pude
y avancé hacia mi objetivo.
No fue sencillo el acceso
su ejército era más fiel que el mío,
aún así logré que bajara sus defensas
y eliminé uno a uno sus peones.
No tuve en cuenta su fortaleza
que en un movimiento exacto
y sin previo aviso
me hizo jaque sobre un cuadro negro.
De fondo escuché la risa infame
de mi propio ejército.


El despertar

Abrí los ojos, se hizo la luz
y el desierto fue desierto, sin espejismos.
Te vi como eres, con tus brillos y tus sombras
y supe que el camino no sería liviano
que los obstáculos
formarían parte del paisaje
que habría altibajos
y horas donde no saciaría mi sed.
Supe con una repentina lucidez
que lo nuestro no llegaría a buen puerto
-las oleadas que recibo cuando pasas
logran agitar mi navío-.
Aprendí que es más útil arrancarse
la venda de los ojos
cuando todavía es pronto
cuando la visión es casi nula.
El amor no es el ciego
somos nosotros que no vemos.


Sueño versus vida

Con él jugaba al ajedrez
a las damas, con ella.
En cualquier caso, de un juego se trataba
pero mientras a él le ganaba todas las partidas
ella me vencía en innumerables batallas.
Un día, al despertar, dejé a un lado el tablero.
Ahora ya no apuesto.